"A Dios por la Madre María": el camino carismático de Damián Cañete
El hermano predicador de la misión de la Madre María, Damián Cañete, habla sin tapujos sobre la espiritualidad carismática, la juventud, y los desafíos de mantener viva una tradición que se aleja de la Iglesia institucional.
Por Milagros Pearson
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Damian Cañete maneja con mucha libertad su tiempo. Y el de los demás. La pantalla se abre tarde: entra a la reunión de Zoom más de una hora después de lo pactado. Y en otro encuentro, el inicio de su prédica se va a demorar otro tanto, por quedarse conversando mientras los feligreses esperaban que comenzara la celebración.
Apenas se conecta a la llamada, empieza a hablar antes de que se le pueda hacer la primera pregunta:
“Desde la partida del hermano Miguel, que era quien llevaba adelante la misión de la hermanita Irma, hubo un quiebre. Entonces yo tomé la opción de seguir mi camino solo, pero eso no significa que hago una misión distinta, al contrario, la mantengo”.
¿Cómo se identifican ustedes?
Nosotros nos identificamos totalmente como católicos. Pero en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación no nos podemos registrar como un culto católico, porque de ser así, en nuestra Iglesia debería haber un sacerdote y demás. Por eso nuestro culto figura como cristiano. En nuestra Iglesia se da una doctrina, una doctrina católica, pero no tenemos sacerdotes. Las prédicas las hacen laicos, como yo. No somos curas, somos “predicadores”. Eso sí, estudiamos. No cualquiera puede predicar. Yo estudié teología, entre otras cosas.
La doctrina católica puede ser muy rígida… no comulga muy fácilmente con cosas externas a la Iglesia.
Al ser carismático uno entiende todo lo relacionado con la energía, la sanación, lo místico. El catolicismo lo ve, pero desde la parte más estructurada de la Iglesia no lo reconocen. Por eso, no se hacen en todos lados misas carismáticas, ni exorcismos, ni imposiciones de manos, eso es algo todavía tabú. Y mira que existe el reiki, existe la sanación por mirada, y se van avasallando sobre la religión por esto, porque la Iglesia no cede en el contacto con el feligrés, con el fiel.
Los que siguen la misión de predicar, ¿a qué edad se suelen iniciar?
Se da en personas más adultas, aunque yo me inicié muy jóven, a los 13 años empecé a aprender, a practicar y a estudiar. Pero hay alguien que me ganó: el hermano Miguel empezó a los 11 años. Ya a esa edad juntaba a multitudes en la tumba de María de Subiza, de la Madre María. La clave para predicar es el carisma, y a él le sobraba. A veces lo sacaban del cementerio desmayado por la cantidad de gente que se juntaba a verlo: todos lo querían tocar, lo querían apretar, y terminaban sacando de ahí como podían. Imagínate en ese entonces las multitudes, de un nene de 11 años, que empieza a gritar pidiendo a Dios, a la Virgen, a la Madre María.
¿Cómo notas hoy a la comunidad? ¿Hay fieles jóvenes, sigue viva la misión?
En mi iglesia siempre hay gente, siempre está llena. Y vienen muchos jóvenes. La juventud también necesita orientación en lo espiritual. Como sociedad avanzamos muchísimo en lo tecnológico —con computadoras, iPhones, televisores planos y curvos—, pero en el plano espiritual seguimos en la época de las cavernas.
La mayoría de los padres ya no adoctrinan a sus hijos ni los educan religiosamente. No les transmiten que existe algo superior, aunque es inevitable que en algún momento de la vida lo necesiten. Y cuando ocurre una desgracia, cuando alguien se pregunta “¿qué hago ahora?”, “¿a dónde voy?”, muchas veces cae en manos de inescrupulosos que se aprovechan del dolor. Eso es lo que más me preocupa: que, al no tener una base espiritual, los chicos queden a la deriva y caigan en lugares que no son sanos. Los jóvenes necesitan sentirse escuchados y ayudados. Por ejemplo, ¿por qué la gente va al umbandismo? Y porque el umbanda te frota un poquito, te dice, "Vos tenés un don, vos tenés un carisma, vení a la fiesta, hacéte hijo”... ahí los enganchan y ya están adentro.
¿Cómo es la relación con otros templos o predicadores de la Madre María? ¿Se comunican entre sí? ¿Se mantienen mutuamente al tanto?
Hoy en día los templos están muy desconectados. Lo que pasa es que el que los mantenía unidos era el hermano Miguel, que falleció el 19 de octubre de 2024. Yo trabajé 20 años con él y era el único autorizado para hablar de toda la misión. Los estudiantes lo buscaban porque era, de algún modo, la piedra preciosa de este camino.
La cadena es así: la hermanita Irma, que es la madre del hermano Miguel, ligada a la Madre María, la Madre María a Pancho Sierra. El hermano Miguel es la continuidad viva de todo eso. Incluso su nacimiento y camino habían sido profetizados por la propia Madre María: cuando la mamá de la hermanita Irma estaba en riesgo durante el embarazo, fue a ver a la Madre María y ella le aseguró que la niña iba a nacer bien y que incluso luego tendría dos hijos, pero que el primero iba a ser quien continuaría la misión. Ese hijo fue el hermano Miguel.


La hermanita Irma recibió espiritualmente por medio de Pancho Sierra que tenía que fundar una iglesia y ahí dar forma religiosa a esta misión. Ese fue el momento en el que adquirimos doctrina, porque hasta entonces ni Pancho Sierra ni la Madre María tenían templos. Con el tiempo, se fueron construyendo. Había uno en la casa de la hermanita Irma, en Temperley, pero hoy en día, aunque existe, está medio aislado. Funciona como museo, pero es un poco cerrado, ermitaño… es un círculo en donde no entra nadie. Allí murió la hermanita, era el lugar donde daba sus prédicas.
De todas formas, ese no fue el primer lugar donde predicó. Había empezado en el barrio de Once, en La Rioja 771… ese lugar sí que está totalmente cerrado. Y me da mucha angustia que un lugar en donde un ser que ha inmolado su vida en la ayuda del prójimo quede de esa forma. Aunque sea lo deberían haber dejado como museo. Eso es consecuencia de una mala organización, y sentimos sus repercusiones. No debería quedar así, hay que volver a ver muchas cosas. En algún momento entró la mezquindad y la envidia, y crearon quiebres que no deberían existir. Porque si hablamos de un camino espiritual, debería ser un camino de crecimiento, de sanación, de ayuda para todo el mundo. Pancho Sierra, la Madre María, la hermanita Irma, el hermano Miguel, son seres que han hecho el bien para todos, no solo “para algunos”. En algún lado le estamos pifiando nosotros.
¿Cuál es la conexión o relación que hay entre la Madre María y Dios?
El rol de la Madre María se resume en esta frase: “A Dios por la Madre María”. Es una frase de los primeros tiempos, cuando todavía no teníamos doctrina. Se usaba para ligar la misión a lo bueno, a lo divino. Algunos templos todavía la sostienen, pero en esencia lo que creemos es que el único dador de gracia es Dios. Los santos, los ángeles, las devociones populares, todos son intercesores. Dios es el que otorga. Sin embargo, somos conscientes de que no siempre lo que pedimos se cumple, porque la voluntad última es de Él.
¿Cómo imagina el futuro de la misión?
Primero se lo encomiendo a Dios. Pido que Él me guíe al lugar donde más nos necesiten. No sé dónde será, porque los caminos de Dios son insondables. Los templos que están cerrados son un tema de herencia, de familias, y está bien que así sea. Nosotros tendremos que seguir nuestro propio camino. La base ya está: esto no se va a perder.
¿Y en lo personal, qué proyectos tiene para su templo?
Seguir adelante con la misión, no cambiar el rumbo. Amo la misión, la siento de verdad, no lo hago por plata, aunque sea mi trabajo. Mi deseo es que no se pierda, que siga adelante. Estoy buscando todos los medios: ahora empecé un programa de radio en AM 690, de lunes a viernes, de 10 a 11. Lo probamos volviendo de Rosario y se escuchaba perfecto hasta más allá de Escobar. Es otra manera de difundir el mensaje.

Certificados de los estudios realizados por Damián Cañete. Video: Catalina Albrecht
Damián Cañete en su despacho, en el templo de Merlo. Foto: Milagros Pearson
De izquierda a derecha: Pancho Sierra, la Hermanita Irma y la Madre María. Foto: https://www.temperleyweb.com/la-madre-maria


Cuadro con imágenes de la Virgen María, el hermano Damián y Jesús, colgado en el templo de Merlo. Foto: Ana Clara Peternlej
Cuadros que tiene Damián en su despacho: el Sagrado Corazón de Jesús y la hermanita Irma. Foto: Milagros Pearson
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Elaborado por: Ana Clara Peternelj, Milagros Pearson, Catalina Albrecht y Belén Lisdero
